Litoral | Un testimonio tangible de la historia de Concordia y de la región del río Uruguay
El Naranjal de Pereda: desde los jesuitas, el saladero y la puesta en valor 1b4h2t
El Naranjal de Pereda, ubicado en Concordia, Entre Ríos, es un sitio de gran relevancia histórica y cultural que ha sido testigo de diversos acontecimientos desde el siglo XVIII hasta la fecha logrando poner en valor su estructura y fue incluido en el inventario del Patrimonio Histórico-Arquitectónico de Entre Ríos.
03.05.2025 12:07 | HSM Realizaciones |
Orígenes y asentamientos iniciales (siglo XVIII)
En 1722, los jesuitas establecieron un asentamiento en la región, conocido como Paraje Ytú, término guaraní que significa "salto de agua". Este lugar formaba parte de la ruta comercial de la yerba mate, facilitando el transporte fluvial desde Misiones hacia el Río de la Plata. Los jesuitas colaboraron con las comunidades aborígenes locales, enseñándoles técnicas agrícolas y de cultivo.
En 1756, se fundó el fuerte de San Antonio del Salto Chico en la margen oriental del río Uruguay, con el objetivo de apoyar las operaciones militares durante la Guerra Guaranítica. Este establecimiento es considerado un antecedente de las actuales ciudades de Concordia (Argentina) y Salto (Uruguay).
Siglo XIX: conflictos y desarrollo económico
En 1811, durante el éxodo oriental, el prócer uruguayo José Gervasio Artigas cruzó el río Uruguay con aproximadamente 7.000 personas y estableció un campamento en la zona del Naranjal de Pereda. Este lugar ofrecía una posición estratégica debido a su elevación y visibilidad sobre el río.
En 1837, el General Manuel Antonio Urdinarrain adquirió tierras en la región y, posteriormente, en 1883, Carlos Alberti instaló un saladero en el paraje, iniciando así una etapa de desarrollo industrial centrada en la producción y exportación de carne salada, cuero y sebo.

Evolución arquitectónica y propiedad
En 1867, doña Eloísa Acosta de Bica, procedente de Uruguay, adquirió las tierras y construyó una mansión de estilo italianizante, posiblemente en sociedad con el General Justo José de Urquiza. Tras el fallecimiento de su esposo, Manuel Bica, en 1883, la propiedad pasó por varios dueños, incluyendo a los hermanos O’Connor y, finalmente, a Celedonio Pereda, hacendado bonaerense, cuyo apellido dio nombre al lugar.
La estructura principal, con forma de castillo, incluye una torre mirador, ventanales con arcos de medio punto y un subsuelo que acompaña el desnivel del terreno hacia el río Uruguay. Además, se conservan restos de una chimenea de ladrillos y un embarcadero que evidencian la actividad industrial del pasado.
Intentos de uso institucional y abandono
En la década de 1960, se planificó la construcción de un centro de salud mental en el Naranjal de Pereda. Sin embargo, el proyecto no prosperó, posiblemente debido a la ubicación del lugar, con barrancas junto al río, consideradas peligrosas para pacientes psiquiátricos.
Tras años de abandono, el sitio fue objeto de saqueos y deterioro. En 1984, se registró un incendio que afectó las instalaciones, marcando el inicio de un período de decadencia para el lugar.
Proyectos de restauración y puesta en valor
A partir de 2016, la Municipalidad de Concordia emprendió acciones para la recuperación y puesta en valor del Naranjal de Pereda. Se realizaron tareas de limpieza, instalación de iluminación, construcción de un vallado perimetral y se estableció una caseta de vigilancia e información turística. Además, se incorporaron visitas guiadas y actividades culturales para reactivar el interés en el sitio.

En 2021, el Naranjal de Pereda fue incluido en el inventario del Patrimonio Histórico-Arquitectónico de Entre Ríos, reconociendo su valor cultural y la necesidad de su preservación.
El Naranjal de Pereda representa un testimonio tangible de la historia de Concordia y de la región del río Uruguay. Su preservación y puesta en valor no solo rescatan el patrimonio arquitectónico e histórico, sino que también fortalecen la identidad cultural y promueven el turismo en la zona.
Notas relacionadas
En 1722, los jesuitas establecieron un asentamiento en la región, conocido como Paraje Ytú, término guaraní que significa "salto de agua". Este lugar formaba parte de la ruta comercial de la yerba mate, facilitando el transporte fluvial desde Misiones hacia el Río de la Plata. Los jesuitas colaboraron con las comunidades aborígenes locales, enseñándoles técnicas agrícolas y de cultivo.
En 1756, se fundó el fuerte de San Antonio del Salto Chico en la margen oriental del río Uruguay, con el objetivo de apoyar las operaciones militares durante la Guerra Guaranítica. Este establecimiento es considerado un antecedente de las actuales ciudades de Concordia (Argentina) y Salto (Uruguay).
Siglo XIX: conflictos y desarrollo económico
En 1811, durante el éxodo oriental, el prócer uruguayo José Gervasio Artigas cruzó el río Uruguay con aproximadamente 7.000 personas y estableció un campamento en la zona del Naranjal de Pereda. Este lugar ofrecía una posición estratégica debido a su elevación y visibilidad sobre el río.
En 1837, el General Manuel Antonio Urdinarrain adquirió tierras en la región y, posteriormente, en 1883, Carlos Alberti instaló un saladero en el paraje, iniciando así una etapa de desarrollo industrial centrada en la producción y exportación de carne salada, cuero y sebo.

Evolución arquitectónica y propiedad
En 1867, doña Eloísa Acosta de Bica, procedente de Uruguay, adquirió las tierras y construyó una mansión de estilo italianizante, posiblemente en sociedad con el General Justo José de Urquiza. Tras el fallecimiento de su esposo, Manuel Bica, en 1883, la propiedad pasó por varios dueños, incluyendo a los hermanos O’Connor y, finalmente, a Celedonio Pereda, hacendado bonaerense, cuyo apellido dio nombre al lugar.
La estructura principal, con forma de castillo, incluye una torre mirador, ventanales con arcos de medio punto y un subsuelo que acompaña el desnivel del terreno hacia el río Uruguay. Además, se conservan restos de una chimenea de ladrillos y un embarcadero que evidencian la actividad industrial del pasado.
Intentos de uso institucional y abandono
En la década de 1960, se planificó la construcción de un centro de salud mental en el Naranjal de Pereda. Sin embargo, el proyecto no prosperó, posiblemente debido a la ubicación del lugar, con barrancas junto al río, consideradas peligrosas para pacientes psiquiátricos.
Tras años de abandono, el sitio fue objeto de saqueos y deterioro. En 1984, se registró un incendio que afectó las instalaciones, marcando el inicio de un período de decadencia para el lugar.
Proyectos de restauración y puesta en valor
A partir de 2016, la Municipalidad de Concordia emprendió acciones para la recuperación y puesta en valor del Naranjal de Pereda. Se realizaron tareas de limpieza, instalación de iluminación, construcción de un vallado perimetral y se estableció una caseta de vigilancia e información turística. Además, se incorporaron visitas guiadas y actividades culturales para reactivar el interés en el sitio.

En 2021, el Naranjal de Pereda fue incluido en el inventario del Patrimonio Histórico-Arquitectónico de Entre Ríos, reconociendo su valor cultural y la necesidad de su preservación.
El Naranjal de Pereda representa un testimonio tangible de la historia de Concordia y de la región del río Uruguay. Su preservación y puesta en valor no solo rescatan el patrimonio arquitectónico e histórico, sino que también fortalecen la identidad cultural y promueven el turismo en la zona.
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